Conectados a una máquina de oxígeno de por vida: "Algunos la desconectan por no poder pagar la luz"

Parte del artículo para El Español en el cual entrevistan a coordinadores de APEPOC.

 Conectados a una máquina de oxígeno de por vida: "Algunos la desconectan por no poder pagar la luz". "Es una enfermedad que no tiene cura. Cambia todo. No sabes qué va a ser de tu vida". Con esta incertidumbre se enfrentó María Martín, en mayo de 2015, al diagnóstico de la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC). Pese a ser la tercera causa mundial de muerte, y la cuarta en España, casi nadie ha oído hablar de esta mal llamada bronquitis.

María confiesa, de hecho, que lo peor que pudo hacer fue buscar en Internet "EPOC esperanza de vida". El resultado no es nada halagüeño: oscila entre 10 y 20 años desde el momento del diagnóstico, aunque varía según cada caso. No es una enfermedad terminal, pero sí que limita al paciente, hasta el punto de estar conectado de por vida a una máquina de oxígeno.

"En mi casa tengo autonomía hasta el portal por un cable de 15 metros. Lo tiro por la escalera y así puedo bajar la basura", relata María, quien, como mínimo, debe recibir el aporte de oxígeno durante 16 horas diarias. Aunque cuando tiene recaídas, necesita estar todo el día: "Por eso siempre tienes que tener a mano el aparato".

José Alfonso Poveda, diagnosticado de EPOC en 2016, se muestra igual de prevenido: "En todo momento te puede venir una crisis", cuenta en su entrevista con el ESPAÑOL, que empieza con un "voy a enchufar el oxígeno, lo primero, y ahora hablamos". Ambos coinciden también en que cualquier acción cotidiana les supone un mundo, desde levantarse de la cama hasta salir de la ducha. "La vida es limitada para nosotros. El día que te falta el aire no puedes ni dar un paso", lamenta María.

"Al principio, empiezas cansándote. Pero después llega un momento en el que te levantas, das unos pasos y ya estás agotada", añade Julia Rodríguez, diagnositcada de EPOC grado 4, considerada la etapa "muy grave" de la enfermedad. Cuenta que su evolucion ha sido progresiva. Y es que aunque el diagnóstico se lo dieron hace unos 15 años, no fue hasta hace dos cuando comenzó a utilizar la máquina de oxígeno, a la que tiene que estar conectada las 24 horas del día

Consumo eléctrico sin subvencionar

A diferencia de María, José Alfonso llega a estar conectado unas 22 horas al día. "Sin él estoy dos horas y media por la mañana y hora y media por la tarde", calcula. Aprovecha esta 'libertad' para irse al campo y entretenerse con unos animalitos que tiene. Aun así, se lleva una máquina portátil que le permite salir de casa con una mayor seguridad.

Estos concentradores de oxígeno tienen una autonomía de apenas dos horas y media. "Si voy a estar más tiempo fuera, me llevo mis conectores y pregunto por un enchufe", explica María, "tiene hasta un adaptador para el coche". Lo compara con un móvil, aunque evidentemente tienen el mismo peso: "El problema es que pesa bastante y me agoto".

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