La importancia de reactivar el seguimiento de la EPOC como enfermedad crónica

Los meses de pandemia han supuesto un empeoramiento generalizado de los pacientes crónicos. La restricción a los centros hospitalarios ha provocado que muchos de estos pacientes hayan perdido adherencia a sus tratamientos e, incluso, se haya retrasado en muchos de ellos el diagnóstico.


La EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica) es una de las enfermedades crónicas con más prevalencia entre la población adulta. Alrededor de 2,4 millones de españoles entre los 40 y 80 años conviven con esta patología. Durante este periodo de COVID-19, la mayoría de estos pacientes han sentido más ahogo y se han visto más limitados que nunca a la hora de realizar tareas cotidianas. Esto, en muchos casos, también ha afectado a su estado anímico.

Guillem Bruch, director de Medicina e I+D de Boehringer Ingelheim España, considera que este tipo de pacientes, por su afectación pulmonar, ya constituían un grupo de riesgo en el momento de la pandemia. “Si a esto añadimos el sedentarismo de los meses de confinamiento y que sus salidas al exterior se redujeron a mínimos, este colectivo ha sido de los más castigados por la COVID-19. Han sufrido más disnea de la habitual desde entonces y siguen sintiéndose limitados a la hora de llevar a cabo tareas cotidianas, hecho que puede empeorar su pronóstico. Muchos de ellos han heredado un sedentarismo difícil de romper en la actualidad”.  

Nicole Hass, portavoz de la Asociación de Pacientes con EPOC (APEPOC), comenta los resultados del estudio que se ha realizado en esta asociación para ver cómo ha impactado la pandemia en pacientes con EPOC y en el seguimiento de esta enfermedad. “A nivel de los pacientes se muestra un empeoramiento en la falta de aire y la calidad de vida y sueño así como una dificultad de acceso a los servicios sanitarios. También un 83% de los pacientes se han sentido en este periodo deprimidos y sin ganas de hacer nada, lo que ha influido en una pérdida de adherencia, menos actividad física, peor alimentación y en muchos casos vuelta al tabaquismo”. 

Lisardo García, coordinador regional de Andalucía de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN), señala cómo ha afectado a estos pacientes la pandemia desde un punto de vista de salud mental. “Una persona con EPOC es un paciente proclive a tener muchas enfermedades y la alteración mental es la tercera o cuarta comorbilidad más frecuente. El confinamiento obligado ha provocado un aislamiento social y familiar que ha hecho que empeorara la salud mental de este paciente y les haya hecho más vulnerables. También hay que destacar que la depresión incrementa hasta en un 50% el riesgo de exacerbaciones en estos pacientes, lo que hace que esta enfermedad entre en una espiral de inestabilidad clínica”.  

Para el doctor Bruch, este desgaste emocional se ha traducido en insomnio, estrés o depresión, por lo que el impacto en su salud mental ha sido muy significativo. También destaca cómo el perfil de estos pacientes ha ido cambiando en los últimos años. “Hasta hace poco el perfil del paciente con EPOC era hombre, mayor de 60 años, fumador, con síntomas de tos y cierta disnea. Actualmente se está percibiendo que esta enfermedad se presenta también en mujeres, y en edad más joven, a partir de los 40 años”, comenta.  

Seguimiento y diagnóstico 

Para mejorar el abordaje de estos pacientes, Boehringer Ingelheim, fiel a su compromiso por mejorar la calidad de vida de estos pacientes crónicos, ha apoyado una serie de medidas asistenciales de la mano de sociedades científicas y asociaciones de pacientes. Se trata de reactivar el seguimiento de estos pacientes con el objetivo de realizar un control de su EPOC. También tiene como objetivo diagnosticar esta patología ya que alrededor de un 73% de estos pacientes no están diagnosticados. 

El infradiagnóstico es uno de los principales problemas de la EPOC en España. Según el estudio Epi-Scan realizado en 2018, alcanza al 75% de los españoles con esta enfermedad. Esto es muy importante ya que hablamos de una patología que es tratable y prevenible. Tiene una alta variabilidad regional y es mayor en mujeres que en hombres. “Una explicación a este infradiagnóstico puede estar en que esta persona está acostumbrada a vivir con su disnea, tos y expectoración. Solo acude al médico de atención primaria cuando tiene una exacerbación o cambia el color del esputo. Es fumador y lo que le sucede lo asume como una consecuencia de esta adicción”, afirma Lisardo García.  

Nicole Hass considera importante retomar las revisiones priorizando la atención de los pacientes que requieren un diagnóstico precoz, y la de pacientes con mayor fragilidad. “También hay que retomar la realización de espirometrías en los centros de salud y promover programas de rehabilitación respiratoria en el ámbito comunitario.” 

Lisardo García comenta cómo desde Semergen se quiere incidir en dos acciones. Por una parte, la de recuperar a estos pacientes conforme vayan acudiendo a las consultas por otros motivos. También ir citando a los pacientes con EPOC o asma a través de las listas de las que se dispone. Por otro lado, hay que volver al control de estos pacientes. “Es necesario hacer una anamnesis sobre la estabilidad del paciente, preguntándole su grado de dificultad respiratoria y si ha tenido exacerbaciones en los últimos meses. También se recomienda desde atención primaria realizar el test de adherencia o el cuestionario CAT”. 

 Abordaje multidisciplinar 

Otro de los objetivos fundamentales para el tratamiento de estos pacientes es el abordaje multidisciplinar. (...)
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