La reducción del tráfico en el confinamiento no mejoró la calidad del aire en áreas urbanas tanto como se esperaba

Dos trabajos liderados por María Morales-Suárez-Varela, jefa de grupo del CIBERESP en la Universitat de Valencia y catedrática del Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública en la institución académica, han evaluado el impacto de las restricciones de movilidad en la calidad del aire y las emisiones contaminantes, en Valencia y en tres ciudades italianas.

“Las medidas de cierre mejoraron la calidad del aire de las áreas urbanas, pero no tanto como se esperaba dada la supuesta contribución del tráfico a la contaminación del aire ambiental”, explica la investigadora.

“Las medidas restrictivas de movilidad para limitar la propagación de COVID-19 brindaron una oportunidad única para mejorar nuestra comprensión del impacto de la movilidad en la contaminación del aire en áreas urbanas”, indica la investigadora.

En el primer trabajo, publicado en la revista International Journal of Environmental Research and Public Health, el equipo de investigación estudió si había diferencias significativas en los niveles de concentración de partículas en suspensión (PM10, PM2.5, NOx, NO2, NO y O3) entre el período de las restricciones en 2020 y el mismo período en 2019. Los hallazgos mostraron que las medidas de cierre fueron acompañadas de una disminución significativa en las concentraciones de partículas, incluso si había variabilidad en varias áreas de la ciudad.

Según explica María Morales, “las mayores reducciones de variaciones en los niveles de PM10 y PM2.5 se observaron para el Centro de València, València Avenida de Francia y València Pista de Silla (todos del tipo de tráfico urbano)”. Estas partículas sólidas o líquidas de polvo, cenizas, hollín, partículas metálicas, cemento o polen, dispersas en la atmósfera (con un diámetro entre 10 y 2,5 micrómetros (µm), la milésima parte de un milímetro), son las que más importancia tienen en la contaminación urbana ya que pueden penetrar profundamente en los pulmones y por ello poseen riesgos potenciales significativos para la salud.

Además, añade, “hubo una disminución estadísticamente significativa en las concentraciones de NOx, NO2 y NO en las siete estaciones de monitoreo del aire, así como en los niveles de O3 durante el período de bloqueo”. En este caso, se trata de un grupo de gases compuestos por óxido nítrico (NO), dióxido de nitrógeno (NO2), su combinación (NOx) y ozono (O3) que son corrosivos para la piel y el tracto respiratorio. Una exposición prolongada reduce considerablemente la función pulmonar, inflama las vías respiratorias y puede llegar a causar cambios irreversibles en el tejido pulmonar. Además, puede llegar a afectar al sistema inmune y dar lugar a una menor resistencia frente a infecciones respiratorias.

En el otro estudio se evaluó los efectos de las emisiones reducidas durante el período COVID-19 sobre la calidad del aire en tres ciudades italianas, Florencia, Pisa y Lucca, comparando las concentraciones de PM10, PM2.5, NO2 y O3. “En este caso no encontramos reducciones significativas en los niveles de partículas en suspensión durante el período de bloqueo, excepto en una estación de monitoreo en un área de mucho tráfico, que se considera un punto caliente debido a los niveles consistentemente altos registrados en toda la Toscana”, explican los autores.

Por otro lado, el trabajo revela que la reducción en los niveles de contaminación por NO2, consistente con otros estudios, fue estadísticamente significativa en todas las estaciones de monitoreo del aire en las ciudades utilizadas en este estudio, lo que muestra una relación relevante con el volumen de tráfico. Finalmente, para los niveles de contaminantes O3, los investigadores no observaron una reducción significativa durante el período de bloqueo.

“Las medidas de cierre mejoraron la calidad del aire de las áreas urbanas, pero no tanto como se esperaba dada la supuesta contribución del tráfico a la contaminación del aire ambiental. Se debe considerar, por parte de las autoridades, que la respuesta ambiental varía según la fuente de emisión dominante y las condiciones meteorológicas específicas, por lo que sería necesario adoptar medidas holísticas de control para mejorar la calidad del aire en los entornos urbanos”, añade la investigadora del CIBERESP.

“Creemos que nuestros resultados deben ser tomados en cuenta por los formuladores de políticas para implementar políticas efectivas para contrarrestar la contaminación del aire y colocar la salud humana en el centro de la planificación urbana”, concluye la jefa de grupo.

Riesgo para la salud

La exposición a la contaminación del aire ambiente es uno de los mayores riesgos para la salud en todo el mundo. Se estima que es responsable de alrededor de 4,2 millones de muertes en todo el mundo cada año debido a muchas enfermedades como enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares, enfermedades respiratorias agudas y crónicas, y cáncer de pulmón.

Además de la Universitat de València, ambos trabajos se han realizado en colaboración con investigadores de la Universidad de Florencia, la Scuola Normale Superiore de Pisa y la Unidad de higiene y salud Pública AUSL, en Boloña.

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