Está aquí: Inicio
Actualidad
Ad póstuma: compartimos las memorias de nuestra socia Maria Bibiano Monasterios que nos dejó el sábado con apenas 60 años


APEPOC lamenta la perdida de su socia de Barcelona, Maria Bibiana Monasterios Urrutia, paciente de EPOC grave, que nos dejó el sábado día 3 de mayo.
Se ha ido como quiso, tranquila, con su hijo Daniel al lado, sin acritud ni pensamientos negativos, y en paz.
Maribí, persona alegre, cariñosa y con una mente muy abierta, ha querido compartir sus memorias con toda la comunidad de APEPOC.
Cumpliendo con su ultimo deseo lo compartimos con toda la comunidad de EPOC.
Amiga, DEP, te queremos siempre.
Un día a la vez
A principios de julio de 2024, comencé a sentir que mi capacidad respiratoria disminuía
muy rápidamente. Una de las primeras señales que me preocupó fue una pérdida
constante de peso. Esa fue mi primera alarma: todos los meses, al controlar mi peso,
notaba que perdía entre uno y dos kilos. Lo hablé con mi oncólogo, pero él le restó
importancia, ya que recientemente me habían realizado una tomografía y una resonancia
magnética, y según él, el cáncer de pulmón estaba estable y controlado. Es decir, el
problema no parecía ser el cáncer.
Sin embargo, yo seguía perdiendo peso. Esa pérdida me generó una falta de energía y
vitalidad para realizar cualquier actividad, ya fuera comer o asearme. Prácticamente, mi día
consistía en estar tirada en el sofá viendo televisión o en la cama durmiendo, porque no
tenía fuerza ni energía para nada.
Llegó un momento en que ni siquiera tenía fuerzas para respirar. En esas condiciones tan
precarias, terminé en urgencias. Sentía una dificultad horrible para respirar, como si me
metieran la cabeza dentro de un cubo de agua. Yo trataba de respirar y no podía. Era una
sensación horrenda.
Cuando llegué a urgencias, lo primero que pedí fue que me aplicaran la eutanasia. Sin
embargo, me explicaron que eso lleva un proceso burocrático largo y que, en ese momento,
lo único que podían hacer era sedarme. Y así lo hicieron. De este proceso no recuerdo nada,
porque estuve totalmente inconsciente.
Lo siguiente que recuerdo es despertar y escuchar: “Aplicamos sedación durante tres días,
pero en vez de morir, mejoraste y estás muy bien”. Me dijeron que tenían que suspender la
sedación porque estaba reaccionando muy positivamente. A partir de ahí, empecé a
mejorar demasiado rápido. Volví a comer con ganas, con apetito, algo que había perdido
por completo.
Los doctores me explicaron que, en mis condiciones, ya no podía seguir viviendo sola.
Dijeron claramente que eso no era viable. Mis hijos, que no viven en España, comenzaron a
buscar un sitio adecuado donde yo pudiera vivir. Lo más adaptado a mis necesidades era
una residencia, que debía tener ascensores amplios y baños adaptados para personas con
movilidad reducida. Así fue como terminé en una residencia llamada Los Tilos.
Como podrán imaginar, tengo 67 años y el promedio de edad aquí en la residencia es de 90
años. No ha sido fácil, pero no por la edad, sino por los cambios que tuve que hacer en mi
vida personal. Por ejemplo, mi espacio se redujo a una sola habitación. Tuve que regalar
casi toda mi ropa y quedarme con lo estrictamente necesario. No tengo cocina, así que me
compré una nevera ejecutiva que tengo en la habitación. Fueron cambios que, al principio,
me afectaron mucho.
Sin embargo, ahora ya me he adaptado. No voy a decir que ha sido fácil, porque no lo fue,
pero como fui yo quien tomó la decisión, me ha sido más llevadero. Además, en mi caso,
tengo la libertad de salir. No me gusta quedarme encerrada. Me gusta ir a museos, a la
playa, a restaurantes frente al mar. Lo disfruto mucho porque estoy viviendo mis últimos
tiempos y quiero que sean lo mejor posible.
Como les digo, ha sido difícil, pero ya considero la residencia mi casa, y muchos de los
residentes son mi familia. Estoy feliz y los quiero mucho. Además, voy a tener a Pau, mi
nieto, cerca, lo cual es una bendición.
He buscado centrar mi vida en una rutina diaria que me ayude a mantener y mejorar mi paz
mental. Todo este proceso me ha enseñado a aferrarme a lo positivo de las cosas y las
situaciones, con el apoyo de mis hijos. Todo esto me ha permitido y enseñado a mirarme
internamente y descubrir que soy más fuerte de lo que pensaba. Mi autoestima está muy
alta, observo la vida con confianza y positivismo, y eso se siente muy bien.
Antes de terminar, quiero aprovechar para decirle a todos los miembros de la Asociación
de Pacientes con Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (APEPOC): por favor,
manténganse siempre en contacto. Yo, que no soy una participante activa, les aseguro que
leer lo que escriben mis compañeros es muy importante. Es clave que sigamos atentos a
lo que nos comparte Nicole y a todo lo que se publica. No importa si prefieren participar de
forma activa o, como yo, de forma pasiva leyendo. Lo importante es no perder el vínculo,
porque ese apoyo, tanto psicológico como informativo, es invaluable.
Para cerrar, quiero contarles que, aunque ahora estoy feliz y disfrutando mucho de mi nieto
y de la vida, mi proceso de eutanasia sigue en marcha. Por ahora, es solo un proceso
burocrático, una carta bajo la manga. Espero no tener que usarla nunca, pero me da
tranquilidad saber que está ahí por si algún día lo necesito.
Besos y abrazos para todos.
Maribi Monasterios